La vida nunca es como la esperamos. Podemos hacer mil planes, desear miles de cosas e intentar conseguirlas pero al menos en mi caso eso nunca funciona. Nunca fui alguien que se rinda, pero cada mañana me veo tentada a hacerlo. El dolor que el no conseguir nada de lo que persigo me provoca hace que cada mañana me cuestione si vale la pena seguir intentando o si ya debería rendirme de una vez. Me cuesta mirarme, cada día que pasa me duele más hacerlo. Cada segundo su recuerdo se cruza por mi mente y me destroza. Cada día es una lucha contínua contra todo, casi cada segundo del día me cuesta esfuerzo.
Puedo fingirme bien, pensar que si consigo mantener el engaño ante mi el suficiente tiempo conseguiré creerme. Pero por mucho que lo intento no funciona, nunca conseguí creer mis mentiras con la misma facilidad con que otros parecen hacerlo.
Estoy rota, estoy vacía y cada segundo me mata saberlo.
D.
